
Era Liverpool. Ese de los triunfos como cotidianidad. Ese Liverpool imperial que destrozaba rivales con su ataque demoledor. Era Liverpool revitalizado con Luis Díaz –que hoy sigue lesionado–. Hoy Liverpool parece una imitación. Dejó de ser todopoderoso. Le cuesta ganar, le cuesta jugar a lo que jugaba. Anda en mitad de tabla en la Premier League. Pero aún debe tener algo de esa sangre que lo hizo tan victorioso. Lo demostrará en la serie de octavos de final de la Champions League contra el rival más bravo de todos, el Real Madrid.
Cuando Liverpool mejor estaba en su era reciente, jugó contra ese mismo rival de blanco, le dio batalla, en la instancia más gloriosa de todas, la final de la Champions anterior. Y siendo ese gran Liverpool, perdió. Y siendo este Liverpool disminuido de ahora, el que vive su peor temporada desde que allí está Jurgen Klopp al mando, se medirá otra vez con ese peligroso equipo que hace de la Champions su torneo ideal. Así que el riesgo es total, o Liverpool gana y se levanta, o queda afuera y entra en cuidados intensivos.
Liverpool, con mucha necesidad

Liverpool celebra victoria.
Para Liverpool superar esta serie sería como un resurgimiento. Tumbar al campeón de la Champions sería su gran motor. Pero para eso necesita recuperar algo de su mejor versión. Sin Díaz, sin Mané (el que se fue al Bayern Múnich), sin la misma eficacia de antes, sin la misma mística de antes. Sin embargo, ahí siguen los otros artistas, la mayoría, empezando por el técnico Klopp, que ha jurado encontrar la vuelta de esta crisis, y están Salah y Fabinho y Alexander-Arnold, y Núñez y ahora Gapko, y ambos le anotaron a Newcastle el fin de semana, para una victoria 0-2 que llegó como un baño de espuma antes de meterse en ese lodo blanco que significa el Real Madrid.
Klopp admite, con cierta incredulidad, este momento, el bajón, como quien no se explica por qué todo ha cambiado tanto, por qué ahora todo lo que ganaba cómodo se hace tan difícil, pero confía en la experiencia que tiene enfrentando a ese rival para diseñar su tablero y mover sus fichas.
Este lunes confesó que no había vuelto a ver la final pasada, y al revivir ese partido solo tuvo una conclusión: fue una tortura. “Son partidos diferentes, pero sigue siendo uno de los clubes más grandes del mundo. No había vuelto a ver esa final de París hasta este fin de semana y me di cuenta de por qué. Fue una tortura. Ahora sé por qué no la había visto. Jugamos bien, pero ellos marcaron el gol decisivo”.

Klopp siente un alivio con que su equipo haya ganado el fin de semana. No quería llegar a este duelo en caída libre y con el ánimo por el piso; quería llegar con la cabeza en alto, con ciertas fuerzas recuperadas. “Tenemos que jugar un gran partido, dos en realidad. En estos últimos partidos hemos parecido más un equipo y ahora hay que demostrarlo de nuevo. Necesitamos resultados, sin dudas”, dijo.
Gapko, el nuevo, habla motivado, como si el gol que acaba de anotar le hubiera impregnado de optimismo. “Hay mucho en juego contra el Real Madrid, pero queremos demostrar que somos un gran equipo e intentaremos ganar tanto en casa como fuera”, dijo.

Liverpool marcha en el puesto 8 en la Premier League, con 35 puntos, mientras que el líder, Arsenal, tiene 54. Madrid lleva 51 en la liga española e intenta meter presión al líder Barcelona, que tiene 59. Esa lejanía de la punta tiene al equipo merengue con una clara obsesión de apuntarle nuevamente a la Champions, y ya se sabe que en Champions ese equipo manda. No tendrá a Tchouaméni y Kroos, dos bastiones del medio, por enfermedad. Sin ellos, el equipo blanco buscará asaltar Anfield, golpear duro, dejar al equipo que viene decaído con la moral destruida.
“Tenemos también la vuelta, pero tenemos la ilusión de empezar de nuevo esta competición”, dijo ayer Ancelotti, quien en todo caso no se confía, no puede, pues al frente tendrá a un Liverpool que si bien no se reconoce, siempre amenaza, siempre puede volver a ser.
Liverpool vs. Real Madrid
TV: ESPN
3 p. m.
PABLO ROMERO
Redactor de EL TIEMPO
@PabloRomeroET